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31 oct 2013

Negra Honrilla y Peculio

Guy Roques de nuevo nos sugiere pensar a la vez que nos entretiene con sus escritos y la lectura de los mismos.



Creo que el libro que más trabajo me ha costado es “Competiciones y Competidores” prologado por Josetxo Martínez, editado por Sekotia y actualmente en venta con otros libros míos en “Rhodani Pesca”. Con la idea de presentar una vista objetiva de las competiciones de pesca con mosca recogí un montón de opiniones y entrevistas a favor o en contra de las competiciones. Tuve que reunir en una construcción lógica elementos muy dispares y traducir fielmente todos los documentos que coseché a duras penas entre los competidores franceses.
Cerré el manuscrito con la satisfacción del trabajo cumplido y sin embargo un poco más tarde, después de enterarme de que se habían denunciado nuevas trampas en varias competiciones, me di cuenta de un fallo que era no haber indagado lo suficiente la mentalidad del tramposo. Se me ocurrió leyendo otra vez, como en mis lejanos estudios universitarios, El Buscón de Francisco de Quevedo. El protagonista del libro que se llama Don Pablos (con S) por una necesidad interior de lucirse, de atraerse los honores, de ser aplaudido por el “qué dirán” persigue una vana y ficticia honra que pronto se conocerá en toda la literatura del siglo XVII por “la Negra Honrilla” cuya particularidad es que no se logra por los méritos, como en los tiempos de las novelas de caballería, sino por el dinero que se convierte en el medio indispensable para conseguirla.
“Don Pablos incurre en el yerro de creer que las apariencias pueden suplantar la realidad…y piensa que el parecer a fuerza de insistir y con el concurso del peculio, desemboca en el ser.” (La Vida del Buscón, Estudio preliminar)
Pues esta visión del personaje del Buscón, presentado siempre por Quevedo como un diestro simulador que aspira a transfigurar la realidad por medio del engaño, es exactamente, varios siglos después, la definición del tramposo en varios sectores de las actividades humanas, desde luego, pero también, volviendo a nuestras truchas, en las competiciones de pesca. Como en todos los deportes, en los concursos se necesitan árbitros. La pena es que a veces hay árbitros (me refiero exclusivamente a los árbitros remunerados) que favorecen o intentan favorecer la debilidad humana. Sé de uno que, controlando a un competidor notoriamente adinerado, le ofreció marcarle los peces que quería a 50 Euros por pieza. Conozco también situaciones inversas con competidores que ofrecieron dinero para rellenar la plica.
Aunque no se trate de una corrupción directa, por estas mismas razones soy enemigo de premiar a los primeros de una competición con dinero. No me parece mal que se organice un concurso para reunir pescadores, muchas veces amigos, con el aliciente de competir en una fiesta de la pesca pero me temo que los premios en euros produzcan un efecto “doping” totalmente opuesto a la finalidad y a la ética de nuestro deporte.
Con satisfacer la “negra honrilla” de salir entre los primeros (si hace falta) creo que basta.

                                                                                  -- gR --  Verano 2013

11 mar 2013

Siluros cazando palomas en ALBI. Nuevo artículo de Guy R.




Nota preliminar : El fenómeno que describo en este  artículo ha sido observado ya en otros sitios especialmente en el Ebro cerca de Zaragoza  pero no podía dejar de comentarlo cuando su  escenario ha sido y es el río Tarn que cruza la ciudad donde vivo con imágenes publicadas hace poco en todos los medios regionales y nacionales. Siento no disponer de fotos de calidad pero los interesados pueden ver algunas así como un  vídeo que se ha realizado pinchando en Google:  Silure / Silure Tarn.



El centro de Albi está plagado de palomas de ciudad gordas y feas que lo estropean todo con sus cagadas, pudren las tejas, tapan los canalones, picotean los ladrillos tiernos de la catedral y numerosas casas del mismo estilo, anidan debajo de los tejados que se deben proteger con púas.  Y cuando están cansadas de arruinar los edificios se van a las playas de las orillas del Tarn para limpiarse los piojos y beber. Allí se junta toda la especie hembras, machos y palominos ……¡Malditas palomas!
























En cuanto al Silurus Glanis, más simplemente, el siluro, ese sapo con aletas o monstruoso pez gato, o asquerosa ballena de agua dulce, oriundo del Danubio, ha sido introducido en el curso inferior del  río Tarn en el año 1983 para liquidar las colonias crecientes de peces gatos normales.  Puede alcanzar 2,5 m. de largo y pasar de los 100 kilos.  Suele merodear por los grandes fondos, siempre hambriento y glotón,  con una vista muy limitada pero compensada por un oído muy fino observado por los pescadores que inventaron la pesca al Klong como lo comento en mi libro Mosquero Andante p.68.









Varios pescadores en embarcación ya habían contado aquel increíble comportamiento de los siluros que ascienden a traición desde lo profundo del río, se acercan a las orillas ocupadas por palomas, se tiran como cohetes fuera del agua, agarran una volátil y se lo llevan para degustarlo con plumas y todo hacia su hondo escondrijo. En un primer tiempo, basándose en la creencia de que los pescadores siempre mienten, nadie los creía hasta que unos científicos del Laboratorio de Ecología se lo tomaron en serio, mandaron equipos para controlar los sitios señalados y pudieron ver y grabar lo que parecía una alucinación. Según sus conclusiones las palomas representan un 80% de la dieta del siluro que tiene algunos fallos en sus ataques por una razón, en relación, a mi juicio, con lo que dije de la mala vista del siluro que no se guía de la visión sino de las vibraciones que producen las aves. Se abalanzan hacia una vibración captada por su línea lateral.  Con la boca que tienen, que parece una entrada de metro, si tuviesen buena vista no fallarían nada, todo lo contrario, harían dobletes. Los equipos observadores han notado también que las aves inmóviles no sufren ninguna ofensiva exactamente por eso, porque al no moverse, no emiten vibración. El éxito del siluro tiene, como otra explicación, la falta de adaptación de las palomas que todavía no han integrado en sus genes que un depredador pueda salir de las aguas. No se lo pueden “creer”.  Para las palomas el peligro es aéreo como en el caso de los halcones o de los aguiluchos.

Me interesó mucho referir ese inaudito acontecimiento no sólo porque pasó en mi río Tarn sino porque, más allá del suceso,  creo que hay que ver la capacidad de cualquier ser vivo a adaptarse al medio donde vive para subsistir lo que a la larga, ya lejos de nuestra memoria, produce la evolución de las especies. A estampa de los malditos cormoranes que nadan y vuelan ¿quién sabe si las futuras generaciones humanas no les verán crecer alas al Silirus Glanis …y también… a la madre que lo parió?

                                                                                                                       -- gR – dic. 2012

22 sept 2009

Divagaciones de un mosquero

Hace mucho, mucho tiempo... escribí este artículo, pero cada vez que lo leo... me siento más cerca de la verdad.


Sirva como homenaje a todos los mosqueros que se esfuerzan por comprender la pesca con mosca.





Es tal el desconcierto que tenemos en ciertas ocasiones puntuales sobre la actitud, condición o posición de los peces que pretendemos pescar, que a la mayoría de los mosqueros noveles, y aún a muchos veteranos o experimentados, nos resulta difícil elegir una forma de actuar para desenvolvernos con éxito en estas situaciones, en las que los peces nos hacen percibir nuestro nivel de competencia y nos hacen sentir tan humildes como lo son nuestros fallidos plagios que pretenden ser copias de lo imposible, sin darnos cuenta de lo absurdo que es intentar emular las propias obras de la naturaleza. Aunque muchos de nosotros lo intentemos, lo único que conseguimos son meros y simples esbozos abstractos, inconcretos e indefinidos, con una vaga similitud de importancia, pero sin valor natural alguno.


Aun así, y habiéndose escrito sobre este tema en innumerables ocasiones, pretendo ayudar a los más novatos en este maravilloso arte que es la pesca con mosca y cola de rata, basándome en mis propias experiencias y costumbres, poniendo en práctica algunos de mis métodos, técnicas y procedimientos de actuación en estas ocasiones difíciles en las que solemos encontrarnos, sin tener más argumento que el “no sé que hacer. En estos momentos, no sé que carajo están comiendo”.

Siempre se ha dicho que la observación es muy importante. Yo voy más lejos y digo que es básico, fundamental, esencial. Sin la observación generalizada de todo lo que se desenvuelve y rodea nuestro medio no podremos hacer un sencillo análisis de las condiciones en las que nos encontramos para desentrañar los enigmas que rodean a insectos, peces y mosqueros en situación de la práctica de la pesca.

No es necesario ser un experto entomólogo, aunque sí conviene conocer, (y no pecar de ignorancia), el desarrollo de los insectos y su evolución en su medio natural con sus aspectos fundamentales. Esto nos ayudará a no cometer errores que harían que nuestro intento por conseguir que los peces tomen nuestras artificiales no sea un categórico fracaso, con la consiguiente desilusión. Es obvio que debemos conocer al menos el aspecto y la forma de determinados insectos, para conseguir unas imitaciones lo más dignas y plausibles creando la suficiente incertidumbre en los peces como para que aumente su interés atractivo hasta el punto de que supere al de su desconfianza.
Ahora ya estamos en la orilla del río. Son las diez de la mañana de un día de mediados de junio. Hemos dedicado unos minutos a la observación. No resulta muy difícil y, cuando nos acostumbremos, sabremos qué es lo más adecuado para poner en el final de nuestra línea. Lo ilustraremos con un ejemplo: observamos que es el principio de una eclosión de insectos. Hay tomadas en superficie y nuestros nervios se ponen de punta. No hay que precipitarse y continuar con la observación, aún no vemos el insecto tomado.

Si dedicamos unos minutos más a ese pez en actividad, veremos cómo unas veces toma algún subimago y otras ha tomado algo que para nuestros ojos no existe. Es muy posible que esté tomando todo el alimento que le llega por encima y por debajo de la superficie del agua. Pasado algún tiempo más, y a medida que la eclosión aumenta en cantidad, observamos que su actividad se reduce a lo que ya no somos capaces de ver. Toma únicamente los insectos aún por eclosionar, los emergentes, y hace caso omiso de todos los subimagos que flotan por encima del pez, en la superficie. Es en este momento cuando tendremos que tomar la decisión de elegir nuestra imitación más adecuada.


Supongamos que hemos llegado antes de esta situación al río. Nos disponemos a pescar una zona de aguas movidas, pero no rápidas. Con una profundidad media de un metro, en un río no demasiado grande. Como es natural, dedicamos un momento a la observación y no vemos que haya actividad alguna, ni por parte de los peces ni de los insectos. Las truchas (en este caso) deben de estar pegadas al fondo, esperando algún alimento fácil. Sin moverse demasiado. No les conviene gastar nada de su energía por una comida que saben tendrán en abundancia a una hora determinada del día. Su tónica es descansar y esperar.


En nuestro afán por pescar, nos metemos en el agua. Hemos montado en punta una larva de tricóptero lastrada. De un color verde oliva, con el tórax de color teja en dubbing deshilachado. Unos treinta centímetros más arriba y con una hijuela de ocho a diez centímetros se encuentra también una emergente, una pupa de tricóptero.

Llevamos algún tiempo pescando con esta técnica y hemos obtenido algunas picadas y capturado alguna trucha, pero ya observamos alguna cebada en superficie y vemos cómo eclosionan algunos insectos, principalmente bétidos. Es el principio de una eclosión. Nos conviene cambiar las ninfas por una imitación de subimago del mismo tamaño y color de los que vemos eclosionar. Tendremos alguna subida y capturaremos algún ejemplar, pero conforme aumente en número la eclosión, los rechazos serán cada vez más numerosos, llegando incluso a divisar cómo alguna trucha se está cebando de forma continuada haciendo caso omiso de nuestra imitación de subimago e incluso de todos los subimagos naturales que derivan por encima de ella.

Existe un momento, más o menos duradero durante la eclosión, cuando ésta alcanza su máximo auge y la superficie del agua está tapizada de insectos, en el que las truchas no toman subimagos, si no que únicamente lo hacen con los emergentes. Es tal la abundancia de ellos, que aunque el recorrido del emergente sea inferior al de un subimago, tienen tiempo suficiente para alimentarse sin parar y sin la necesidad de asomar la cabeza fuera del agua. Por está razón observamos cómo se mueve la superficie sin que el pez tome nada aparente.

No deberá ser duradera nuestra decepción, si disponemos de una imitación emergente, del color y proporciones adecuadas a las del insecto que está eclosionando en esos momentos. Aunque estos casos (y ésta es una opinión muy personal) en que los peces toman solamente emergentes, suelen darse casi siempre con abundantes eclosiones, no debiera ser impedimento para que el mosquero versado y con autoridad, con su experiencia, práctica, destreza y habilidad, consiga, junto con alguna de sus oportunas y acertadas imitaciones, engañar los suficientes peces como para pasar un rato inolvidable dentro de su entorno preferido, practicando su afición favorita, sin tener que decir aquello de “Hube de dejarlas por imposible”.


Con todo, alguna vez nos ocurrirá que no tengamos aquello de lo que “ellas” se están alimentando y que sea la causa de nuestra desesperación. Pero la pesca con mosca es precisamente esto. Un discurrir para descubrir nuevas formas y modos que entre todos los que nos dedicamos a ella, no cesamos en nuestro empeño por hacer de este arte nuestro deporte favorito y que es la base fundamental de su atractivo.

Pero... éstas, no son más que divagaciones de un mosquero.


,.-

28 may 2009

Amanece en el embalse

   De nuevo la pesca en embalse me llena de satisfacciones. 
Me emociona su orilla y el contraste continuo de sus suaves laderas llenas de jara,
 tomillo, 
retama negra henchida de flor,
 Peonias silvestres,
 sus encinas o sus espinos,
 sus arenosas playas y  sus escarpados roquedos,
 cubiles de inimaginables moradores de los que solo podemos intuir apenas su presencia y que en ocasiones nos sorprenden con su mirada desde la profundidad,
 recordándonos que en su medio son ellos los que mandan y que nuestra inteligencia puede muy bien ser superada por su astucia,
 aprendida de los desafortunados encuentros con aquellos que sí lograron engañarles una vez, dándoles la libertad y devolviéndoles a su medio.



Cuanta  belleza encierra esta pasión, apenas perceptible de este mundo tan especial



    Cuanta emoción encierra la pesca con mosca para todos aquellos que la practican
 y cuanto nos queda por aprender con ella y para ella. 
La pesca con mosca puede ser imperfecta, pero solo porque los que la practicamos lo somos.

        .-
   

19 abr 2009

El Chorrón

No, no es lo que fue, ni mucho menos. 
La población de truchas en la actualidad no tiene nada que ver con la población de hace unos años, tan solo unos pocos años. 
Algunos de los ejemplares capturados (por mi hermano Tasio y yo mismo)
 tienen una librea, (que sin dejar de ser una preciosidad) no tiene nada que ver con las auténticas truchas del Tormes. 
Me refiero a las originarias y procedentes de la Garganta de Barbellido y, que son de sobra de todos conocidas por sus inconfundibles pintas rojas dentro de sus ocelos blancos. 
 Aún quedan ejemplares de aquellas en algunas zonas del coto. Unas pocas tienen un gran tamaño y son la delicia de muchos mosqueros que tienen la habilidad de poder engañarlas. 
Lo cual no es fácil, dado que son supervivientes de generaciones con años de experiencia. Para muchos novatos, son una aventura sin parangón, si es que se dejan aconsejar por un buen pescador con años de sabiduría mosquera y conocedor del río además de las  querencias de los peces.
 Así de su mano, es muy probable que se lleven un grato recuerdo de lo que hoy en día es muy difícil de lograr. Capturar una gran trucha del Tormes.
He llegado a ver cómo pescadores a mosca, con muchos conocimientos entomológicos y conociendo todos los insectos que eclosionaban en aquellos momentos, con una depurada técnica en sus lances, siendo poseedores de un equipamiento soberbio,
 fracasaban en la jornada por haber hecho caso omiso de las indicaciones de quien conoce perfectamente el lugar y los entresijos del río, así como las querencias de los peces y sabedor de las imitaciones más efectivas en esos momentos.

Centro Ictiogénico de Galisancho

Hace unas semanas, he tenido el placer de visitar el Centro Ictiogénico de Galisancho de la mano de unos buenos amigos, Javier, Manolo y el propio Juan Carlos Velasco, anfitrión y máximo responsable de la administración y funcionamiento del centro, ayudado por un profesional que lleva ya muchos años al cuidado de sus inquilinos.
 Aurelio, junto a sus ayudantes, es quien cuida del Centro.
 Es quien se preocupa de sus Huchos. Los que después suministrará al coto  (Villagonzalo ll)
 que existe desde hace más de treinta años, y que es muy demandado en la actualidad.
 También tiene a su cargo los cuidados (hasta ahora un poco infructuosos) 
de la cría de las truchas que servirán para la repoblación de todos los cotos y zonas trucheras en el río Tormes a su paso por toda la provincia de  Salamanca.
              Ana (la veterinaria) y Aurelio cuidan de los análisis tomando todo tipo de muestras.
En este centro se ve la mano hábil de un buen experto en conocimientos sobre la cría en cautividad de de las futuras truchas que poblarán el río. 
Emilio Roy, fue quien acondicionó el lugar para que los peces que lo habitan, se encontrasen con las condiciones naturales que tienen en el propio río. 
   Alevines de esta temporada y futuras sueltas.
Habilitó los estaques con piedra y gravilla para una mejor semejanza al lugar de su procedencia original y para que en su suelta no encuentren grandes diferencias. 

No se depuran sus aguas, ni se medican sus alimentos, este  se suministra automáticamente y los peces huyen de las personas que se asoman a los estanques escondiéndose debajo de las piedras.

                      Truchas de un año sacrificadas para extraer sus órganos para su estudio

 Todo se hace de la forma más favorable  para que aquellos que logren sobrevivir, se encuentren en las mejores condiciones para la adaptación a su nuevo medio el día de su libertad. 
                                      Ana (veterinaria)  realizando su labor de disección.

Cuidar las líneas genéticas de cada especie en cada río es muy importante para su recuperación.
Y... todo esto será una realidad dentro de un par de  años. Hasta entonces un poco de paciencia que es lo que necesitan los peces para procrear.