Paz
en el Río
Preámbulo
para mis lectores
Este
texto es el tercero de una trilogía que escribí en febrero en Argentina a
orillas del
Río de mi vida el mágico
Futaleufú. Los dos primeros textos se
titulaban : “ La Soledad del Pescador” y
“ El Viento y Yo…”
“Paz en el Río” concluye la trilogía. Para mí es lo mismo que
un tríptico en pintura, no se puede quitar una parte. Yo elijo cuando se tiene
que publicar cada parte. Considero la época importante. Este último texto no
podía salir en un momento en que los ríos, los nuestros por supuesto, no estén
en paz.
Por fin paró el
viento. Un sol radiante parecía haber planchado el Futaleufú como si fuera una
camisa de agua. Salí a pescar en un mundo de paz, de luz, de aguas
transparentes que dejaban ver en su quietud los misterios de los fondos,
algunas truchas que, al acercarse la embarcación, se escabullaban como acuáticos
pardales sorprendidos. Me invadía un extraño sentimiento de utilidad en el
mundo como si se uniera en mí los cuatro elementos, riéndome en mis adentros de
los consejos que me suelen dar, que es imprudente salir solo por aquel brazo de
mar. Si tuviese este miedo no podría entrar en mi paraíso, no podría escribir
más.
Este año me
están pescando la Isla Banana más que de
costumbre y el resultado es que las truchas son muy selectivas, tanto en
superficie como abajo con ninfas o ahogadas. Hoy es un día de “seca”. Me
acuerdo del año pasado y pongo un pequeño “espent” que convence a dos o tres
peces de ridículo tamaño pero los grandes descubren el engaño, ascienden y se
paran mirando la mosca con desagrado en su incierta deriva. Decido cambiar de
sitio. A poco trecho río abajo hay una recta que tiene la margen derecha
vadeable con el nivel actual de agua. No la pesca casi nadie. Los pescadores suelen bajar por la otra orilla lanzando
desde el bote. Para mí la pesca de vadeo es mucho más técnica e interesante. Empiezo
a mosca ahogada con la línea adecuada esto es, flotante con una punta “sinking”
de tres metros. Una “pallareta” en punta
y una “falangista” a unos 60 cm. En el segundo lance siento un tirón violento,
el pez me saca carrete hasta el “backing”, brinca y me rompe. La punta en 0,14
no aguantó la inercia de la línea. ¡Empezamos bien!
Mientras estoy
montando otras moscas veo una cebada cerca y otra más abajo. No puedo perder
esta oportunidad de pescar a “seca”. Hace ocho días que espero una eclosión
pescando a estrímer con desgana. Lo cambio todo y ato un pequeño tricóptero.
Nada. Veo más cebadas pero en esta larga corriente bastante movida no consigo
identificar ningún mosquito. Cambio varias veces sin resultado.
Para ver mejor
el artificial opto por una mosca que me dio buenos resultados en Asturias,
anzuelo Tiemco 100 del 18, cercos cortos, cuerpo pavo real, collarín rojo con
un penacho de fibras blancas....Una fiesta....las truchas comen francamente.
Muchas sacan el lomo antes de tragar. Creo que se confunden con una hormiga. Me
acuerdo un momento del Viento enemigo, del invierno en Europa, de algunos
problemas más, de estos problemas que tienen los que no pasan hambre, y
enseguida me olvido de todo consciente de que lo que estoy viviendo es único e
irrepetible.
Al volver al
puerto, alegre y satisfecho, relajado con la cabeza llena de capturas, pienso también
en el nuevo peligro que amenaza el río de mi vida, un río mágico que supo
triunfar del desastre del volcán con su nube de ceniza y regenerarse en 3 años
pero que ahora sufre en su parte chilena la invasión de Didymo el alga mortífera que mi amigo Aladino el indio, el que
inmortalicé en mis escritos aunque no le importa un “chimango”, llama “la baba
de la piedra” echando la culpa a la ceniza volcánica que le sirvió de abono y a
las botas de vadeo con fieltro, totalmente inútiles en esta zona alta del Futaleufú.
ALASKA 2011
En mi segundo libro (Mosquero Andante,
Tutor 2001) dedico un capítulo a mi primer viaje a Alaska en 1993 comentando
vivencias y capturas que me dejaron, a pesar de la belleza del entorno y del
encanto del viaje, un mal sabor de boca porque la mayoría de los salmones que
pescábamos entonces venían robados :
....“Por eso se ven, de vez en cuando, salmones que
navegan arrastrando hilos de colores y semejan, pobres desgraciados, acuáticos
toros con banderillas. Me coloqué en la cola de una rasera con un escalón
ancho, donde paraban sockeyes y algunos Kings antes de seguir subiendo. Me
cansé de engancharlos de cualquier manera.” (Mosquero Andante p:157)
Por estas
razones y algunas más no pensaba repetir el viaje pero cuando uno de mis amigos
de Valladolid me invitó a acompañarle durante una semana a finales de
este mes de julio 2011 mi espíritu de viajero impenitente se puso en
marcha como un viejo reloj cuya cuerda está sin gastar todavía. Lo interesante
del proyecto era que íbamos a pescar una zona que desconocía, al norte de
Anchorage, alrededor de la ciudad de Talkeetna. Otra motivación profunda era
probar la caña de dos manos que considero ideal para el salmón después de usar
todos los modelos que cayeron entre mis manos, es una caña de 12 pies en cuatro
tramos, montada especialmente para mí por uno de los mejores especialista
españoles, mi amigo Roberto Coll de Valencia.
Finalmente
facturamos en Bilbao con destino a
Anchorage vía Frankfurt. El vuelo por el polo norte es más corto que el
que transita por los Estados Unidos pero el cambio de horario es igual, 10
horas que se tragan bastante bien a la ida pero muy indigestas a la vuelta. Lo
que en un principio no tenía bien claro era el número de participantes. Cuando
organizo un viaje por mi cuenta me parece bien limitarse a 4 pescadores, 2 por
coche. Pero en un viaje así organizado por una empresa nos encontramos 15
pescadores a repartir cada día por los ríos. Es demasiado a mi entender pero
por suerte no hubo ningún problema entre nosotros.
Por regla
general, caminando o bajando en
embarcación pescamos los tributarios del Sustina River que estaba sucio
por el deshielo pero los afluentes eran de aguas limpias y bastante bajas. En
la desembocadura del Wilow Creek había demasiada gente para mi gusto. De
todos los sitios prospectados, mi preferencia fue para la desembocadura del Montana
en el Sustina. El acceso se hace a través de un bosque. Me dieron un
repelente para los osos pero lo perdí. Cuando vi la primera cagada me sentí un
poco raro. Coincidimos con el remonte de los jorobados Pink y de los
dientudos Chum muy agresivos y que entran en su gran mayoría a la mosca por
la boca siendo el robo un accidente. Tienen una hermosa librea de rayas anchas,
dientes que a veces cortan el hilo y sobre todo pelean como demonios con un peso medio de 4 kilos. Los hay de 7 kilos y
más. Estos salmones nos obsequiaron con grandes momentos de emoción. Tenían sus
días para las moscas pero por regla general funcionaban mejor las pequeñas como
para el salmón atlántico.
Hubo
momentos de tirar y sacar. Quise hacer una serie de experiencias para no
sentirme atado a la codicia de la pesca. Es mi temperamento, cuando me harto de
algo me canso enseguida. Me pasa lo mismo con las cosas y con ciertas personas.
Hay hermosas excepciones. Tenía unas moscas azules con plumas de arrendajo que
utilizo también en reservorio y por esa razón venían sin muerte. El resultado
fue que todos los salmones que clavé se me soltaron en la pelea. En cuanto a
los hilos probé primero un 0,25. Tuve varias roturas. El nailon que mejor
aguantó fue un 0,33 encontrado de pura suerte en el río. Probé un nuevo montaje
de hijuela en el que el ramal se queda a
90º. Le até una mosca ligera. La segunda mosca venía en punta a unos 80 cm.
Complicando el tema corté el hilo entre las 2 moscas para probar un nuevo nudo
mío (tipo Duncan) que funciona muy bien, es superior al clásico “barril”
y es fuerte aunque sus mejores resultados los da en gruesos diámetros, los de
la primera parte de un bajo de línea por ejemplo. Como siempre no tenía las
colas de rata adecuadas porque no soy de los que viajan con una maleta llena de
carretes. Las Teeny 200 y 350 que tanto me hicieron falta en Canadá no salieron
de su estuche. Pesqué casi siempre con
una sinking # 7 de hundimiento 3, convencido de que la mejor opción hubiese
sido una intermedia del mismo tamaño, o mi especial línea para ahogadas pero
las dos quedaron en casa. Para tan poco
tiempo no me quise cargar.
En
esa semana pescamos gran cantidad de salmones Chum y algunos Silver. Muy
pocos se fueron al ahumadero. Los compañeros que más pescaron fueron los que
alternaron la mosca con la cucharilla y supieron insistir en ciertos sitios.
Siempre pasa lo mismo en los remontes, hay zonas donde los salmones suelen
parar algún tiempo antes de proseguir su misteriosos y casi invisible caminar
hacia su destino. Pensándolo bien, a los humanos, aunque es de otra forma, nos
pasa lo mismo !!!
-- gR –
Verano 2011
1 comentario:
"Paz en el río" me ha emocionado, por que me ha transportado a través de tu relato a ese, ahora lejano, Futaleufú y su cautivante entorno.
Es posible quien no lo conozca no alcance a comprender en verdadera su magnitud y profundidad todo lo que transmite ese río de la paz.
Saludos
http://fly-ness.blogspot.com/
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