Nota preliminar : El fenómeno que describo en este artículo ha sido observado ya en otros sitios
especialmente en el Ebro cerca de Zaragoza
pero no podía dejar de comentarlo cuando su escenario ha sido y es el río Tarn que cruza
la ciudad donde vivo con imágenes publicadas hace poco en todos los medios
regionales y nacionales. Siento no disponer de fotos de calidad pero los
interesados pueden ver algunas así como un vídeo que se ha realizado pinchando en Google: Silure / Silure Tarn.
El centro de
Albi está plagado de palomas de ciudad gordas y feas que lo estropean todo con
sus cagadas, pudren las tejas, tapan los canalones, picotean los ladrillos
tiernos de la catedral y numerosas casas del mismo estilo, anidan debajo de los
tejados que se deben proteger con púas.
Y cuando están cansadas de arruinar los edificios se van a las playas de
las orillas del Tarn para limpiarse los piojos y beber. Allí se junta toda la
especie hembras, machos y palominos ……¡Malditas palomas!

En cuanto al Silurus Glanis, más simplemente, el siluro,
ese sapo con aletas o monstruoso pez gato, o asquerosa ballena de agua dulce,
oriundo del Danubio, ha sido introducido en el curso inferior del río Tarn en el año 1983 para liquidar las
colonias crecientes de peces gatos normales. Puede alcanzar 2,5 m. de largo y pasar de los
100 kilos. Suele merodear por los
grandes fondos, siempre hambriento y glotón, con una vista muy limitada pero compensada por
un oído muy fino observado por los pescadores que inventaron la pesca al Klong como lo comento en mi libro Mosquero Andante p.68.
Varios
pescadores en embarcación ya habían contado aquel increíble comportamiento de
los siluros que ascienden a traición desde lo profundo del río, se acercan a
las orillas ocupadas por palomas, se tiran como cohetes fuera del agua, agarran
una volátil y se lo llevan para degustarlo con plumas y todo hacia su hondo
escondrijo. En un primer tiempo, basándose en la creencia de que los pescadores
siempre mienten, nadie los creía hasta que unos científicos del Laboratorio de
Ecología se lo tomaron en serio, mandaron equipos para controlar los sitios señalados
y pudieron ver y grabar lo que parecía una alucinación. Según sus conclusiones
las palomas representan un 80% de la dieta del siluro que tiene algunos fallos
en sus ataques por una razón, en relación, a mi juicio, con lo que dije de la
mala vista del siluro que no se guía de la visión sino de las vibraciones que
producen las aves. Se abalanzan hacia una vibración captada por su línea
lateral. Con la boca que tienen, que
parece una entrada de metro, si tuviesen buena vista no fallarían nada, todo lo
contrario, harían dobletes. Los equipos observadores han notado también que las
aves inmóviles no sufren ninguna ofensiva exactamente por eso, porque al no
moverse, no emiten vibración. El éxito del siluro tiene, como otra explicación,
la falta de adaptación de las palomas que todavía no han integrado en sus genes
que un depredador pueda salir de las aguas. No se lo pueden “creer”. Para las palomas el peligro es aéreo como en
el caso de los halcones o de los aguiluchos.

Me interesó
mucho referir ese inaudito acontecimiento no sólo porque pasó en mi río Tarn
sino porque, más allá del suceso, creo
que hay que ver la capacidad de cualquier ser vivo a adaptarse al medio donde
vive para subsistir lo que a la larga, ya lejos de nuestra memoria, produce la
evolución de las especies. A estampa de los malditos cormoranes que nadan y
vuelan ¿quién sabe si las futuras generaciones humanas no les verán crecer alas
al Silirus Glanis …y también… a la
madre que lo parió?
-- gR – dic. 2012