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9 sept 2012

Guy... siempre.



 Ahogadas y Leonesas

Texto y Fotos:  
Guy Roques                                                                                           

            Durante  la Semana Internacional de la Pesca en León 2012, quizás la última para mí,   me invitaron a una mesa redonda sobre el porvenir de la pesca a la leonesa. Confieso que en un primer tiempo pensé que mi aportación iba a ser de poco peso ya que no la practico. En realidad lo que no practico es la famosa pesca tradicional a boya, habitualmente con 3 moscas delante del “buldó” (del Francés “bulle d’eau”) y una detrás llamada rastrero.

En cambio, lo que practico desde hace mucho tiempo es la pesca a mosca ahogada a látigo con sedal flotante o ligeramente hundido (S.2) si empuja mucho la corriente como suele pasar en los grandes ríos. Se usan 2 o 3 moscas con la más pesada en punta y la más ligera arriba. La caña de 11 pies es ideal. El especialista francés Louis Carrère aconsejaba en su libro “Pêche à la mouche noyée” un espacio de 40 cm. entre las 2 moscas del terminal y un espacio de 1 metro entre la segunda mosca y la de arriba.

Se pesca bajando por una playa del río, con las botas en la piedra siempre que se puede y llevando las moscas como en la pesca del salmón. Se lanza hacia la otra orilla y según la corriente se hace un mendig que puede repetirse si el río es ancho. La preocupación del pescador ha de ser que las moscas lleguen primero a la vista del pez y que la línea esté bastante tensa, sin exceso para sentir la picada. Las moscas derivan formando un arco y muchas veces los ataques se producen cerca de la orilla.  Es curioso observar que en ciertos ríos del extranjero es una técnica muy efectiva mientras que en España, por lo menos en los ríos donde yo pesco, o pesqué, los resultados son muy irregulares. Recuerdo haber trabajado la tabla de Villamor en el Órbigo con esa técnica sin capturas notables. En cambio cuando se pescaba el Esla en la Semana Internacional, si me tocaba una tabla larga solía sacar varias truchas, muchas pequeñas y algunas más grandes que me levantaban la moral para continuar.

Moscas distintas


Ahora, y fuera de la acción de pesca, me parece importante observar la diferencia que existe entre los dos tipos de mosca. La mosca ahogada es un insecto, por lo general terrestre, que
cayó al agua y se ahogó (una mosca verde o “casera”, un tábano, un moscardón, una avispa, un saltamontes etc..) y deriva muerto arrollado por la corriente. Como no tienen casi nada de peso estos insectos, es obvio que las imitaciones para  pescar deberán ser ligeras, la de punta con un anzuelo más pesado para ayudar a tensar un poco el aparejo. Entre todas las moscas ahogadas que utilizo mi preferida es “La Pallareta” 

en punta. La muestra que se ve aquí no es de mi fabricación. Es un regalo de un seguidor de Conmosca que la consiguió de  un gran montador desgraciadamente fallecido, un montaje único pues con valor de recuerdo.

La mosca leonesa poco tiene que ver con la mosca ahogada. 

El punto común es que baja a medias aguas pero su configuración es distinta. Con un cuerpo que va a variar según las épocas, y según los consejos del famoso manuscrito de Astorga, montadas con las no menos  famosas plumas de la Vecilla u otros pueblos aledaños,  las leonesas no quedan inertes en su recorrido. El pescador que las maneja puede animarlas moviéndolas de manera que el abanico de pluma se abra o se cierre en un  “tira y afloja” calculado en función de las aguas y de la corriente. La mosca leonesa puede semejar una mosca muerta por supuesto pero también puede tener vida. Por eso son  fundamentales el nervio de las plumas y el montaje del abanico, nunca pegado al cuerpo y en un ángulo de más 45 grados.

En Francia la pesca con  mosca ahogada  a látigo se practica desde hace mucho tiempo, (creo que desde el principio de esa modalidad) en los ríos del “Massif Central”. En 1991 he controlado en competición a un nativo de aquella zona que despreciaba las cebadas que veía y seguía con sus ahogadas. Sacó varias truchas. La pesca con “buldó” vino más tarde esencialmente en los grandes ríos y en los lagos e ibones en alta montaña. En un lago del Pirineo recuerdo a  un pescador que lanzaba una enorme boya para llegar lo más lejos posible, una boya con sólo un rastrero que iba recogiendo con lentitud y paradas largas. Consiguió varias capturas.

En los ríos la  pesca moderna se practica sobre todo a ninfa. Es posible que sea más efectiva que la pesca a mosca ahogada pero a mi juicio el placer del lance y de la captura no se puede comparar. A estas alturas si pesco menos me da igual.


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