Cuentan padres y abuelos que, hace no mucho tiempo, era posible bañarse en los ríos y charcas del país rodeado de truchas. El caudal de las corrientes era abundante y la calidad del agua muy buena, por lo que era más que frecuente encontrar ejemplares de trucha autóctona nadando despreocupadas. La acción del hombre, además, no había hecho mella entre sus poblaciones, lo que contribuía también a que la especie se desarrollara con normalidad.
Pero ahora, décadas después, ni el hombre es tan respetuoso con estos peces ni la cantidad de agua que baja por los ríos es, en muchos casos, tan abundante como sería necesario para su correcto desarrollo. Por eso, la trucha autóctona común necesita una ayuda extra y externa para poder seguir poblando los cauces españoles. Para ello se crean los centros ictiogenéticos, piscifactorías como la que en breve inaugurará la Consejería de Medio Ambiente en la localidad de La Aliseda de Tormes, en la comarca de El Barco de Ávila.
Se trata, en realidad, de una reapertura, aunque, si bien allí ya hubo en su día una piscifactoría, aquella, destinada únicamente a la cría para el consumo, no tenía el objetivo de las nuevas instalaciones: repoblar las aguas del río Tormes con dos de las cinco líneas genéticas de trucha autóctona común que hoy en día se pueden encontrar en España.
Juan Carlos Velasco, responsable de la Junta de Castilla y León del Centro Ictiogenético de Galisancho, en Salamanca, otro de los espacios que el Gobierno regional mantiene para la recuperación de la trucha autóctona, ofrece los detalles del proyecto. “Las truchas son especies que viven en la alta montaña, son distintas, y resulta muy difícil, por no decir imposible, que se cruce, por ejemplo, un ejemplar de Gredos con otro de los Picos de Europa”, comienza a explicar Velasco.
“Por eso, en Castilla y León se han podido mantener cinco líneas evolutivas”, continúa. Se refiere a la línea del Ebro, en Palencia, Burgos y Soria; la del Atlántico, en el Norte de Burgos y León; y la del Miño, en Galicia. A estas tres hay que añadir las del Tajo-Alberche y la del Duero-Sur, las dos que se encuentran en Ávila y sobre las que se va a trabajar en el centro de La Aliseda. “ Lo que se pretende es conseguir en una piscifactoría una línea salvaje, con el fin de que la repoblación sea lo más pura posible», recalca Velasco.
Características de la trucha autóctona común
La trucha común, de la familia de los salmónidos, tiene un cuerpo fusiforme, afilado y de menor tamaño que otras subespecies de trucha. Puede superar los ocho kilos de peso en casos muy excepcionales y es de color amarillento con pintas rojas y negras de borde blanco. Tiene el hocico romo con pequeños y afilados dientes. Se encuentra en los ríos oxigenados, de rápidas corrientes, cauces limpios y poca profundidad y su alimentación es carnívora, por lo que devora peces de otras especies, gusanos de río, insectos, cangrejos de río, ranas... Es una especie muy voraz, y acostumbra a saltar fuera del agua para capturar a sus presas.
Las truchas habitan en los remansos de los ríos, que alivian al huésped de la corriente. Hay quien tiende a confundir la trucha autóctona con la trucha arco iris, especie de mayor tamaño que la de río, más resistente a aguas menos oxigenadas y contaminadas, y que puede llegar a desplazarla. Ésta se caracteriza por tener una banda violácea difuminada en cada flanco, pero es una especie oriunda de Norteamérica y en España fue introducida como especie de piscifactoría. Reportaje de Marta Martín Gil para la agencia Dicyt Fecha: 07 de marzo de 2009 Autor: Salamanca24Horas. |
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